El Comité Noruego del Nobel ha otorgado el Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, líder de la oposición venezolana y símbolo de la lucha cívica contra la tiranía de Nicolás Maduro. Su premio no solo reconoce la resistencia pacífica frente a un régimen autoritario, sino que también reafirma el valor universal de la libertad como patrimonio de toda nación.
Sin embargo, mientras gobiernos y dirigentes de todo el mundo felicitan a Machado, Pedro Sánchez guarda silencio. Ningún mensaje institucional, ninguna palabra pública desde Moncloa. Un silencio que, más que prudencia diplomática, parece una declaración ideológica.
España, que en otros tiempos fue refugio de libertades y defensora de la democracia en el mundo hispano, ha perdido la voz. La ausencia de una simple felicitación por parte del presidente del Gobierno revela más de lo que oculta: un desinterés por la causa democrática venezolana y, acaso, una afinidad incómoda con los regímenes que Machado combate.
El valor del gesto y el peso del silencio
En política exterior, los gestos importan. Felicitar a quien arriesga su vida por la libertad no es un acto partidista, sino una afirmación de principios. Pero Sánchez ha preferido callar. No ha querido incomodar a sus socios ni recordar que el chavismo, al que su entorno mira con indulgencia, encarna el fracaso más doloroso del socialismo latinoamericano.
Ese mutismo contrasta con la claridad de líderes europeos que sí han reconocido el coraje de Machado. Ursula von der Leyen, el Parlamento Europeo y numerosos gobiernos latinoamericanos celebraron el premio con palabras de admiración y respaldo. En España, el único sonido fue el del silencio institucional.
La coherencia del silencio
No es la primera vez que el Gobierno de Sánchez muestra indulgencia con dictaduras amigas. Lo hizo con Cuba, con Nicaragua y con Venezuela. Cada vez que un régimen autoritario se disfraza de “progresista”, el Ejecutivo español baja la mirada. Por eso el silencio ante el Nobel de la Paz a María Corina Machado no sorprende: es coherente con una política exterior que prefiere la conveniencia ideológica al compromiso moral.
Callar también es tomar partido
María Corina Machado simboliza la esperanza de millones de venezolanos que no han renunciado a la libertad. Su Nobel de la Paz es un reconocimiento global al valor civil frente a la opresión. El silencio de Pedro Sánchez, en cambio, representa la tibieza de una izquierda que teme mirar de frente a sus propios fracasos.
Callar ante la libertad no es neutralidad. Es una forma de alinearse con quienes la niegan. Y ese silencio, más que diplomático, es moralmente elocuente.