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Lanjarón, el pueblo donde estuvo “prohibido morir”

Lanjarón prohibido morir

En el corazón de la Alpujarra granadina, Lanjarón no solo es conocido por sus aguas medicinales y su longevidad. También lo es por una singular iniciativa que en 1999 lo situó en el mapa del humor político y la protesta simbólica: su ayuntamiento “prohibió morir” en el municipio.

Una ordenanza tan insólita como efectiva

En septiembre de aquel año, el alcalde José Rubio Alonso, ante la imposibilidad de ampliar el cementerio local y la negativa de la Junta de Andalucía a autorizar nuevos terrenos, optó por una medida inusual: firmó un bando municipal que declaraba que quedaba “prohibido morirse en Lanjarón”.

El bando, naturalmente, carecía de validez jurídica. No se trataba de multar a los difuntos, sino de lanzar un grito de auxilio: el cementerio estaba colapsado, y las familias no podían enterrar a sus seres queridos en su propio pueblo. La ordenanza buscaba, con humor y sarcasmo, atraer la atención mediática y presionar a la administración autonómica.

Y lo consiguió. La noticia dio la vuelta al país y traspasó fronteras, siendo recogida incluso por The New York Times. Durante semanas, periodistas, cámaras y curiosos acudieron al pueblo intrigados por la ocurrencia del alcalde. Lanjarón se convirtió en ejemplo de ingenio ante la burocracia.

¿Y si alguien moría?

Tan solo una semana después de la publicación del bando, falleció un vecino de 91 años —amigo del propio alcalde—. Por supuesto, fue enterrado en Lanjarón, sin consecuencias legales. En los meses siguientes, ningún habitante fue multado por «incumplir» la normativa simbólica. Pero la presión funcionó.

¿Cómo se resolvió el problema?

Tras meses de conversaciones y negociaciones intensas, la Junta de Andalucía finalmente autorizó la ampliación del cementerio municipal. Se compraron nuevos terrenos colindantes y se habilitaron nichos suficientes para dar respuesta a la creciente demanda. Desde entonces, el municipio no ha vuelto a tener problemas de espacio para enterramientos.

El alcalde, años después, reconocería que el bando fue una estrategia desesperada pero eficaz para desbloquear un problema que llevaba años enquistado. La medida, aunque irónica, consiguió su objetivo: movilizar voluntades.

Legado y resurgimiento viral

Más de dos décadas después, la historia ha resurgido en redes sociales y medios internacionales. TikTok, X y medios como The Times of India o el New York Post han recuperado el episodio como ejemplo de las soluciones más insólitas que han adoptado pequeños pueblos del mundo para enfrentarse a la burocracia.

Hoy, Lanjarón continúa siendo un destino asociado a la salud, longevidad y bienestar, pero también al sentido del humor y la creatividad política. Su historia sigue siendo contada como una anécdota entrañable… en la que se usó la muerte para defender el derecho a ser enterrado en casa.

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