Carles Puigdemont ha anunciado hoy en Perpiñán la ruptura del acuerdo de apoyo parlamentario entre Junts per Catalunya y el Gobierno de Pedro Sánchez. La ejecutiva del partido catalán aprobó por unanimidad la decisión y el expresidente de la Generalitat lo expresó con una frase contundente: “Ya no hay confianza”. Con ello, Junts pone fin a una etapa de colaboración que comenzó con el pacto de investidura de 2023 y que ha sido clave para la estabilidad del Ejecutivo.
La decisión no será definitiva hasta que la militancia de Junts la ratifique esta semana, pero el gesto político tiene ya un enorme impacto. Si se confirma, el Gobierno de Sánchez perderá uno de sus apoyos esenciales en el Congreso, lo que dificultará la aprobación de los Presupuestos Generales y cualquier iniciativa legislativa relevante.
Las razones de la ruptura
Puigdemont y la dirección de Junts justifican su decisión en el incumplimiento de los compromisos asumidos por el PSOE. Denuncian que el Gobierno no ha avanzado en la aplicación de la ley de amnistía, en la transferencia de competencias clave a la Generalitat o en el reconocimiento efectivo del catalán como lengua oficial en la Unión Europea.
En palabras del propio Puigdemont, “lo que no se ha cumplido en dos años difícilmente se cumplirá en unas semanas”. Junts considera agotada la vía de confianza y estima que seguir sosteniendo al Gobierno supondría legitimar un incumplimiento reiterado.
Consecuencias para el Gobierno y la legislatura
La ruptura de Junts abre un escenario de máxima incertidumbre política. El Ejecutivo pierde a un socio imprescindible en un Congreso muy fragmentado y con mayorías extremadamente ajustadas. Sin los siete diputados de Junts, el PSOE y sus aliados habituales no alcanzan la mayoría necesaria para aprobar los Presupuestos ni garantizar la estabilidad parlamentaria.
Puigdemont ha advertido de que Sánchez “no podrá aprobar los Presupuestos ni tendrá capacidad de gobernar”. Aunque por ahora no se plantea una moción de censura, el Gobierno se enfrenta a una legislatura bloqueada y a la posibilidad de tener que convocar elecciones anticipadas si no logra nuevos acuerdos. Desde Moncloa se insiste en el respeto a los procesos internos de Junts y en la voluntad de diálogo, pero la pérdida de confianza parece ya irreversible.
El impacto en Cataluña
En el ámbito catalán, Junts intenta recuperar protagonismo político y distancia respecto a las fuerzas más moderadas del independentismo. Con esta decisión, Puigdemont se coloca de nuevo en el centro del debate soberanista y marca distancias tanto con el PSC como con Esquerra Republicana, a quienes acusa de contemporizar con el Gobierno central.
La ruptura también puede tener consecuencias prácticas en las relaciones entre la Generalitat y el Estado. Se prevé un frenazo en la negociación de competencias, inversiones y políticas comunes, lo que afectaría a proyectos pendientes en materia de infraestructuras y servicios públicos.
Un futuro incierto
La consulta a la militancia de Junts determinará si esta ruptura es definitiva o si deja algún margen para una negociación revisada. El Gobierno de Sánchez, por su parte, deberá buscar apoyos alternativos o intentar recomponer el diálogo con Junts en el futuro.
La legislatura entra así en una fase decisiva. La salida de Junts de la ecuación parlamentaria debilita al Ejecutivo y puede precipitar un cambio de ciclo político. En Cataluña, Puigdemont refuerza su perfil como líder del independentismo más exigente, dispuesto a romper cuando considera que Madrid incumple sus compromisos.

